En esta página recojo, de modo provisional, algunos comentarios que he enviado a un par de foros sobre el Libro de estilo de la lengua española, publicado por la Real Academia Española. Me centro en las cuestiones de ortotipografía, materia a la que esta obra dedica un capítulo entero, con algunos apuntes sueltos en otros capítulos.
Puede que los comentarios que siguen den una imagen algo negativa del contenido, pero no hay que considerar por ello que sea una obra deficiente. No es muy brillante, pero aun así pone en valor una faceta importante en la creación de documentos, y no lo hace mal del todo (como toda obra humana, no es perfecta).
Por otra parte, no hay que olvidar que la RAE no es una entidad normalizadora en tipografía. Se trata pues de una materia en la que puede recoger lo establecido por especialistas, y aquí podemos mencionar una de sus mayores deficiencias: no da bibliografía. O dicho de otros modo, la RAE no reconoce el trabajo de otros, a pesar de que lo usa.
Otra de sus principales deficiencias tiene más relación con la forma, es decir, con la producción del libro por la editorial, que con el contenido: una obra sobre ortotipografía tiene que ser un modelo de ortotipografía, y este libro está lejos de serlo. Al contrario, es tipográficamente mediocre y no tiene nada que ver con, por ejemplo, la cuidada composición de la Nueva gramática.
Van, pues, los comentarios, a los que espero poner orden en breve (y ampliarlos, porque también quiero destacar puntos positivos, que los hay).
El número, cuando lo hay, es la página.
• El primer punto ya lo he mencionado: no puede ser que un libro que tiene como uno de sus principales temas la ortotipografía sea tan deficiente (orto)tipográficamente: apariencia general desaliñada (como si estuviera hecho con Word), seudoversalitas en abundancia (a pesar de que la fuente empleada, Mercury Text, las tiene reales), texto como imagen de píxeles (la palabra china en la p. 154, cuando hoy hay fuentes de sobra), confusiones de caracteres (guion con menos, prima con apóstrofo...).
• La composición de matemáticas es infame. Aquí lamento ser tan categórico, pero la realidad es que, por ejemplo, un estudiante de bachillerato con Word lo puede hacer mejor, mucho mejor, sin demasiado esfuerzo.
155. Hay un texto sobre las redondas en obras científicas tomado de la OLE, pero está mal copiado. Da un ejemplo de un teorema que está en redonda, pero que debería estar en cursiva (como está en la OLE) por dos razones: la primera, porque los teoremas suelen ir en esa variante de letra, y la segunda, porque esa cursiva es, en realidad, parte de la esencia de lo que se quiere explicar, a saber, que las cifras, los símbolos de unidades y otros elementos van siempre en redonda «incluso cuando el enunciado en el que se inserten se escriba en cursiva» (texto que está en la OLE y que ha sido suprimido en el LELE).
Los ejemplos matemáticos en las páginas 165 y 166 son tipográficamente inadmisibles.
153. Dice que se eviten las falsas cursivas, negritas o versalitas.
Lo cual está muy bien, pero, entonces, ¿por qué no lo aplican en el propio libro, plagado de seudoversalitas?
162. Dice que las remisiones (del tipo «véase la figura 6») suelen destacarse en negrita o en versalita.
Esta norma debe obviarse. Aunque destacar la remisión a un cuadro o ilustración puede ser útil si fuera necesario para su compresión, lo que se destacaría en todo caso es la identificación en sí, no términos como figura o cuadro. Pero en general, estas remisiones no deben destacarse, pues suponen una recarga tipográfica que va contra la fluidez de la lectura. Es curioso que poco antes advierta sobre el peligro de las negritas. Quedémonos con este último consejo.
162. Hay cierta contradicción al explicar que las versalitas son una variante estilística de la minúscula, para cuatro líneas después señalar que se usan para reemplazar a las mayúsculas en ciertos contextos. Más bien debería decir que por su carácter híbrido se emplean como minúsculas y como mayúsculas.
184, 198. Hay recomendaciones basadas en las normas UNE.
Para una de los pocas veces que se da una fuente, se hace con normas de España. Es verdad que son meras transposiciones de las correspondientes ISO, pero en un libro que luce en su portada «según la norma panhispánica» no parece lógico este claro centralismo.
181. Entre los tipos de párrafo, ¡no está el párrafo español! (todas las líneas justificadas, menos la última, que va centrada).
Sí, cayó en desuso por limitaciones en los sistemas de composición, pero ha vuelto con fuerza y cada vez es más frecuente en pies, epígrafes y similares. Es el que uso en mi libro en estos casos, de hecho.
170. Habla de la «tecla de retorno (o intro)», lo cual está muy bien. Pero no cuadra con la norma (a mi entender incorrecta) dada en la pág. 311 que valida escribir «Pulse la tecla Enter», como si fuera un nombre propio (que obviamente no es).
312. Dice que las extensiones de archivos deben (así de categórico) ir en minúscula y precedidas de punto.
Pues ni caso, porque lo correcto es escribir las extensiones como el sistema o los programas lo requieran, y en Unix no es lo mismo la mayúscula que la minúscula (por ejemplo, .z y .Z suelen ir asociados a programas distintos). Sé por experiencia que un despiste sobre esto puede causar unas cuantas sorpresas a los programadores. Vale, en Windows normalmente es razonable, pero en otros sistemas las cosas son distintas. En cuanto al punto, bien está si no tiene otro destacado, pero si lo tiene (como letra mecanográfica), añadirlo puede suponer una sobrecarga ortotipográfica innecesaria.
312. Para los documentos generados por un determinado programa, propone la minúscula y la cursiva: un powerpoint.
Aunque entiendo la teoría, me pregunto cuál habría sido la propuesta si tuvieran que tratar con cosas como un 3D Studio, un FileMaker Pro, un dBASE, un NewsML y lindezas así.
186. Los comentarios que siguen son sobre el apartado de cuadros o tablas, que es uno de las más flojos. Sobre el título de los cuadros, donde dice:
... puede tener un identificador, una breve descripción de su contenido e incluir otras informaciones que pueden ser necesarias para su comprensión o aportan datos relevantes, como la fuente. Generalmente aparece centrado respecto al cuadro o tabla.
Debería decir:
... puede tener un identificador, una breve descripción de su contenido e incluir otras informaciones que pueden ser necesarias para su comprensión o aportan datos relevantes. La fuente suele ir al pie del cuadro, así como las notas internas que pueda tener. Tradicionalmente se ha dispuesto centrado respecto al cuadro o tabla, pero hoy es muy frecuente que vaya alineado a la izquierda (con bandera a la derecha).
Donde dice:
... el texto de la fila de títulos que encabezan las columnas deben aparecer con un estilo de letra distinto para distinguirse claramente del contenido.
Debe decir:
La fila (o filas) con los títulos que encabezan cada cada columna van separadas gráficamente con algún filete o sombreado. En humanidades es habitual seleccionar una fuente distinta, como la cursiva, pero en ciencias es mejor dejarlo en redonda.
187. Donde dice:
El texto de estas cabeceras puede aparecer centrado o alineado a la izquierda...
Debe decir:
El texto de estas cabeceras puede aparecer centrado o alineado a la izquierda o, más raramente, la derecha...
Donde dice:
... se alinea a la derecha tomando como referencia el último dígito si se trata de cifras enteras, o el separador, si se trata de cifras decimales.
Debe decir:
... se alinea por el dígito de las unidades si se trata de cifras.
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