Un tipo especial de sigla es la sigla bibliográfica, que apenas se emplea más que en obras académicas y que rara vez se ve en las generales. Se emplea para referencias y por tanto no tienen el valor textual de las siglas ordinarias, que pueden aparecer en el texto casi con entera libertad.
Hay que considerar dos formas de abreviar los títulos de obras. Estrictamente, solo son siglas bibliográficas las del primer tipo, mientras que las del segundo, basadas en la norma ISO 4, son más propiamente abreviaturas.
Su formación es muy variada, pero se podrían considerar un intermedio entre la abreviatura y la sigla: consisten en las iniciales de las palabras que forman el título de la obra, a menudo con la adición de algunas letras del interior de las palabras para diferenciarlas mejor, y en ocasiones con la omisión de palabras que se consideran poco importantes o el añadido de otras que permiten precisar la fuente (por lo general, el lugar de publicación). La elección de las letras intermedias sigue principios de claridad y economía, y por tanto no siempre se aplican las normas generales de las abreviaturas. No tienen ni puntos ni espacios.
En cuanto a la redonda y la cursiva, la grafía es la que corresponde a la del título, pero en ocasiones puede ser conveniente darle un tratamiento distinto. Las letras iniciales van en mayúscula y las intermedias en minúscula, aunque las iniciales de las partículas (preposiciones, conjunciones…), si se incluyen, se suelen dejar en minúscula.
Por ejemplo, de Recherches de papyrology se tiene RechPap, de Nuclear Engineering and Design tenemos NuEnD, de Physics and Chemistry of Materials with Low-Dimensional Structures Series A tenemos PCMLA, etc. La sigla bibliográfica se puede formar a partir de una palabra: de Defektoskopiia se tiene Defek.
Aunque los ejemplos dados son de revistas, las siglas se pueden aplicar a libros, enciclopedias, bibliotecas, archivos, leyes… Así, de Judit tenemos Jdt (libro de la Biblia y por tanto sin cursiva), de Instituta et Monumenta (una colección) tenemos IMa y de Ley de Enjuiciamiento Civil tenermos LECiv.
Cabe incluso la posibilidad de que la sigla este formada con algún código. Por ejemplo, en ediciones críticas, A, B y C pueden diferenciar diferentes fuentes de una misma obra. Otro ejemplo: las bibliotecas podrían tener un código de ciudad en mayúsculas y un código de la institución en minúsculas, de forma que PHci sería la del Curtis Institute of Music (ci) de Filadelfia (PH).
Las siglas bibliográficas deben ir explicadas en la obra donde aparecen, aunque algunas revistas tienen ya una lista normalizada. En inglés hay siglas normalizadas de las obras de Shakespeare, por ejemplo, pero en español las únicas que son más o menos habituales son las bíblicas.
Cuando se trata específicamente de revistas académicas, la norma ISO 4 establece unas pautas para la abreviación de los títulos y que se materializan en la lista de abreviaturas de palabras de título, que mantiene el Centro Internacional del ISSN.
Se trata de abreviaturas y por tanto se escriben como tales, con puntos y espacios: de Nuclear Engineering and Design tenemos Nucl. Eng. Des. En obras anglosajonas los puntos se omiten a menudo, pues la tendencia en inglés es a eliminarlos en todas las abreviaturas.
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